Criminólogo y prejuicios

El criminólogo y los prejuicios.

  Uno de los útiles más utilizados en Criminología es el informe criminológico. En este informe el criminólogo  expone, tras una recogida de datos y su correspondiente  análisis,  una conclusión. Para llegar a esa conclusión se sirve de entrevistas con los diferentes actores de los hechos, usa  fuentes, bibliografía, cuestionarios como el SARA o el HCR-20. Por supuesto,  la experiencia desempeña su papel en el informe.

  Pero, ¿qué ocurre con los prejuicios? ¿Tiene el criminólogo prejuicios? Un prejuicio es una opinión sobre algo que no se conoce o se conoce poco, por lo tanto obtenemos de ahí una idea preconcebida. Es decir, elaboramos un juicio sin evidencias o  experiencias directas  reales.

  Hoy en día es habitual asistir en las redes sociales  a opiniones sobre noticias penales sin importar  lo más mínimo conocer el asunto o estar documentado; tampoco ayudan los periódicos que en pocas ocasiones publican la sentencia del caso o lo que es peor, confunden  a la opinión pública por falta de rigor periodístico al tratar la noticia.

 Imaginemos un hombre denunciado por violencia de género. Cuando nos entrevistamos con él, observamos que lleva un tatuaje en el cuello y un pendiente. Decidimos en ese momento que no debe ser trigo limpio. Ese prejuicio nos conducirá a un informe criminológico erróneo pues inferimos  que por llevar tatuajes es culpable. Para Light, Keller y Calhoun «el prejuicio es una predisposición categórica para aceptar o rechazar a las personas por sus características sociales reales o imaginarias».

  Hace unos meses, coincidiendo con la ola periodística de los desahucios,  un anciano se lanzó al vacío desde la terraza de un edificio; rápidamente, alguien decidió prejuzgar (con dolo o imprudencia)  que ese hombre se había suicidado porque iban a desahuciarlo.  La opinión pública maleable y desinformada se hizo eco de la “causa” del suicidio. La realidad es que el anciano tenía a la mujer con Alzhéimer y él padecía el principio de la enfermedad. Demasiado para él.  El criminólogo no se puede permitir esto, me refiero a ondear el prejuicio.

  Cuando vayamos a realizar un informe criminológico debemos despojarnos de todos nuestros prejuicios (todos prejuzgamos) Nuestro trabajo debe estar avalado por la argumentación científica, no por la ideológica. Por ejemplo,  tanto si pensamos que hay muchas denuncias falsas en violencia de género que afectan a hombres inocentes  como si, al contrario, nuestra línea de pensamiento coincide con las corrientes feministas y pensamos que  todos los hombres denunciados son culpables,  no debemos permitir que esos prejuicios se encadenen a nuestro informe. Del mismo modo podríamos poner la ideología política de derecha o izquierda, la raza, la edad, la estética…

  Es nuestro trabajo y nos va en ello ser profesionales. Me he encontrado con “profesionales”  que basaban su informe en su ¡ideología!  y era aceptado  como prueba en los tribunales sin que la parte contraria fuera capaz de tumbarlo, probablemente por falta de información.

  Pero un prejuicio ¿es una distorsión cognitiva de la realidad o simplemente es una línea de pensamiento ideológica? El prejuicio es un mecanismo automático del ser humano impregnado de las experiencias vividas, de  la influencia de nuestros  iguales, de nuestra familia, de nuestra ignorancia, de la ideología, de las frustraciones, incluso de nuestro conocimiento, en definitiva, el prejuicio es una opinión sin base científica.

  Por todo lo expuesto, podemos afirmar que la parte más difícil de un informe criminológico es hacerlo sin prejuicios.

  No debemos dar nada por cierto hasta que no hayamos realizado la valoración con rigor de los datos recogidos.

 

Vicente Soto

Criminólogo nº21

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